Ya sabemos que las grandes diferencias entre las regiones españolas se producen de hecho a lo largo del siglo XIX y principios del XX y se van a acentuar tras las salida de la crisis provocada por la Guerra Civil y la Dictadura posterior.
Los desequilibrios actuales se pueden estudiar dividiéndolos en 4 etapas:
1. 1960-1975 (Desarrollismo económico)
Es un periodo que se caracteriza por la consolidación de los desequilibrios territoriales existentes. El factor básico fue la localización de la industria y en menor medida el desarrollo de los servicios.
Las regiones más dinámicas fueron aquellas que se habían industrializado tempranamente en la periferia cantábrica y catalana y Madrid como capital y centro financiero del país que atrajo también una importante industria. En la década de 1960 se sumaron las arias beneficiadas por la difusión industrial como son los ejes del Ebro y del Mediterráneo y por el turismo y las islas Baleares y Canarias
La regiones menos dinámicas fueron las del interior peninsular donde se mantuvo un mayor peso del sector primario con unas industrias en casa y tradicionales y un sector servicio bastante banal. También se está estancaron en la década de 1960 algunas regiones de antigua industrialización de la cornisa cantábrica por la pérdida de peso de la minería y de la industria básica predominante.
Los indicadores de desarrollo muestran una situación más favorable para la regiones más dinámicas con un mayor crecimiento económico PIB, mayor crecimiento demográfico por la atracción de inmigrantes y mayor nivel de bienestar (renta disponible de los hogares).
La convergencia entre la regiones mejoró en la distribución de la riqueza PIB per cápita, por efecto de las migraciones que redujeron la población de las áreas menos dinámicas y en el nivel de vida. En cambio en el terreno demográfico aumentó la divergencia en la densidad de población a causa de las migraciones
2. 1975-1985 Crisis económica.
Esta crisis fue evidentemente una crisis industrial que terminó con la industria como factor del desequilibrio regional. Por supuesto la crisis afectó más a las zonas industriales especializadas en sectores maduros como eran los de la zona cantábrica y en menor medida lo que contaban con industrias más diversificadas como pasaba en Cataluña y Navarra.
La crisis afectó menos la regiones con menor peso industrial y mayor participación en los sectores primarios como fue el caso de Galicia y Extremadura o en el terciario Madrid Baleares y Canarias o con un reparto más equilibrado de los tres sectores como pasaba en Aragón, La Rioja y la comunidad valenciana.
Los indicadores de desarrollo reflejan la crisis del momento. El crecimiento del PIB se redujo sobre todo en las regiones de mayor peso industrial pero también en las demás que le suministraban tantos recursos como mano de obra. La población frenó o retrocedió en bastante su crecimiento y la renta familiar se estanco o incluso se redujo.
En consecuencia la convergencia regional empeoro. La distribución de la riqueza PIB percápita interrumpió su anterior aproximación, debido al cese de las migraciones y al retorno de antiguos inmigrantes. La divergencia también aumentó en el nivel de vida (renta familiar disponible percápita), y en la densidad de población aunque en este caso a menor ritmo que en el periodo anterior, debido al cese de las migraciones
3. 1985-2008 Restauración económica.
Sin duda la restauración económica vino a cambiar los factores en los que se basaban los desequilibrios territoriales anteriormente
La industria va a perder peso como factor de desarrollo debido a la restructuración de muchos de los sectores tradicionales y a la tendencia a descentralizar parte de la producción hacia nuevos espacio. Así se rompe la identificación anterior entre regiones desarrolladas e industrializadas.
Los principales factores de desarrollo en estos momentos van a ser los servicios avanzados, la innovación y la alta tecnología. Por tanto para medir los desequilibrios van a resultar más significativos otros indicadores como la especialización en servicios avanzados, la inversión y la presencia de unidades de investigación, innovación y alta tecnología, y la disponibilidad de mano de obra cualificada
La regiones más dinámicas son las más favorecidas por los nuevos factores de desarrollo: Madrid, y la Y constituida por el País Vasco, el valle del Ebro y el litoral mediterráneo norte.
La regiones menos dinámicas son las regiones en declive industrial por su especialización en sectores maduros o en crisis sobre todo aquellas de la cornisa cantábrica como Asturias y Cantabria y las que cuentan con un mayor peso económico del sector primario con un escaso desarrollo de los de las industrias avanzadas y predominio de servicios poco especializados y de la administración pública como es el caso de comunidades del interior peninsular y el ejemplo es Galicia.
Los indicadores de desarrollo muestran la pérdida de correlación directa entre el dinamismo económico y el crecimiento del PIB, de la población y del bienestar social. Así, algunas regiones menos dinámicas incrementan su PIB gracias a los fondos estructurales recibidos por la Unión Europea desde 1986 o por la difusión de actividades desde la regiones más avanzadas (Murcia, Castilla-La Mancha) o incrementa su población por la recesión de población de regiones próximas, o crecen en bienestar gracias a la implantación del Estado del bienestar y a la política redistributiva del Estado (menor pago en el IRPF). A pesar de todo esto la regiones más avanzadas sigue encabezando el sistema, gracias al control de las actividades más estratégicas. Por eso han sido las principales beneficiarios de la inmigración extranjera, experimentando un mayor crecimiento demográfico y mantiene en niveles más altos de bienestar.
La convergencia regional en este periodo aumentó en la distribución de la riqueza, pues el PIB per cápita creció por las menos dinámicas, gracias a la llegada de los fondos europeos y a su menor crecimiento demográfico, y redujo su incremento en las más dinámicas, que no generar un PIB suficiente para compensar el aumento de la población, pero sin que esto haya supuesto variaciones en cuanto a las comunidades situadas en los niveles superiores e inferiores. También aumentó la convergencia en nivel de vida gracias a la implantación del Estado del bienestar, con prestaciones públicas y servicios educativos, sanitarios y sociales continúan las diferencias de renta. En cambio, aumentó la divergencia en la densidad de población, al concentrarse la inmigración las regiones más dinámicas
4. 2008 Crisis financiera
La crisis del 2008 disparó el paro y redujo la demanda internacional. Su repercusión en la regiones ha variado según su estructura económica y su apertura al exterior.
La crisis incidió más en las comunidades con mayor peso previo de las actividades más afectadas por la recesión, como la construcción (Comunidad Valenciana, Canarias, Castilla-La Mancha, Andalucía). En las comunidades con elevado empleo público, afectados por los recortes (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha); en las comunidades más dependientes de una demanda interna mermada por las altas tasas de paro y/o el endeudamiento inmobiliario (Andalucía, Canarias).
Por otra parte la crisis incidió menos en la regiones con menor peso inmobiliario como fue Navarra, País Vasco; con mayor peso de otras actividades (Castilla y León) o de los sectores y servicios avanzados (Madrid); con una distribución sectorial más equilibrada (Navarra y La Rioja); y con apertura económica al exterior por las exportaciones industriales (País Vasco) o el turismo (Baleares).
Los indicadores de desarrollo manifiestan la crisis: de crecimiento económico (PIB); retroceso demográfico por la reducción del ritmo inmigratorio; y empeoramiento del bienestar social, con incremento de las personas situadas por debajo de la línea de la pobreza y en situación de exclusión social.
La convergencia entre la regiones se ha detenido o ha disminuido en todos los indicadores: económico, demográfico y social.