La situación geográfica de una región o un país influye directamente en sus relaciones con otras regiones o países, y éstas a su vez repercuten en sus actividades políticas, económicas y sociales.
Históricamente, la península ha sido tierra de paso y también de asentamiento y, por ello, lugar de encuentro de diferentes pueblos. Al localizarse en el extremo suroeste de Europa y cercana a África, ha mantenido, desde hace miles de años, un papel de puente entre África y Europa, y, desde la Edad Moderna, entre Europa y América.
Los distintos asentamientos humanos han dejado en la península una gran herencia cultural y han ayudado a configurar el diferente paisaje peninsular.
La prehistoria. La influencia de su situación ya se observa desde el paleolítico, por las semejanzas entre las pinturas rupestres encontradas en el norte de la península, en Cantabria, con las del sur de Francia, o las del levante con las del norte de África. En la actualidad se ha encontrado en el yacimiento de Atapuerca el llamado eslabón perdido, el homo antecessor que viene a ser el enlace entre el hombre y que habitaba África y el que habitará en Europa. Estamos hablando del pre neanderthal.
Los pueblos colonizadores de la antigüedad. A partir del primer milenio empezaron a llegar pueblos colonizadores por el Mediterráneo, como los fenicios(desde el siglo X a C) que dejaron en la península restos de piezas de cerámica y de vidrio, además de introducir la explotación de las salinas, la pesca, de la industria del salazón. Los griegos (a partir del siglo VII a. C.) dejaron muestras de su cultura (cerámica y esculturas) y fundaron factorías comerciales. De los cartagineses (desde el siglo VI a. C.) conservamos monedas y objetos de cerámica y de orfebrería. Procedentes de Centroeuropa, los celtas, por los que se introdujo la cultura del hierro, llegaron en el siglo IX a. C. después de atravesar los Pirineos. Todos estos pueblos mantuvieron contactos e intercambios con los pueblos iberos, que habitaban en la península.
Por el Mediterráneo llegaron a la península los romanos (siglo III a. C.) rivales de los cartagineses, con la intención de luchar contra éstos. Los romanos nos dejaron el más importante legado. A lo largo de seis siglos de hegemonía, los pueblos nativos asimilaron sus costumbres, su lengua (el latín) y sus formas de vida. En un proceso conocido como romanización. Los romanos dejaron manifestaciones artísticas como cerámicas, mosaicos o esculturas y grandes edificaciones, acueductos, puentes, teatros… introdujeron nuevas técnicas de cultivo, crearon una red de comunicaciones, una división administrativa y fundaron nuevas ciudades.
La hegemonía romana en la península acabó con la invasión, desde mediados del siglo V d. C., de los pueblos germánicos, suevos, vándalos, alanos y visigodos, procedentes del centro y este de Europa. Los visigodos crearon el el reino visigodo que se convirtió en el primer estado político independiente y unificado de la península.
Las influencias norteafricana europea. En el siglo VIII entraron en la península los musulmanes, 711, procedentes del norte de África e introdujeron el islamismo y la cultura árabe. También trajeron nuevas técnicas agrícolas, nuevos cultivos y una nueva industria artesanal. El territorio conquistado por los musulmanes en Andalucía se convirtió en la provincia de Al-Andalus. El asentamiento musulmán en Al Andalus fue muy importante, al convertirse en sede de los órganos del poder, la administración y la cultura islámicos.
Durante la conquista musulmana, algunos cristianos huyeron a las zonas montañosas del norte de la península para no pagar impuestos a los musulmanes y no perder su religión. Allí formaron reinos cristianos como el astur-leones, que dio paso a los reinos de León y más tarde de Castilla, el de Pamplona (más tarde de Navarra), el de Aragón y los Condados catalanes, formados a partir de la Marca Hispánica creada por el rey franco Carlomagno, en su lucha contra los musulmanes. El reino de Aragón y los Condados Catalanes se unieron posteriormente, lo que dio lugar a la corona de Aragón.
Entre los siglos X y XV, desde estos reinos se inició la conquista y repoblación cristiana de los territorios ocupados por los musulmanes. En el siglo XII, Portugal se convirtió en reino independiente. A partir de estos reinos se formaron las actuales comunidades autónomas históricas, con su diversidad cultural, lingüística e histórica. Desde el siglo IX, a través de los Pirineos, entraron en la península influencias culturales, artísticas y económicas procedentes de Europa traídas por los peregrinos que iban a Santiago de Compostela.
La península se convirtió, durante un largo período de tiempo, en un cruce de culturas, musulmana, cristiana y judía (los judíos vivían en la península desde antes de la llegada de los musulmanes y conservaron su religión y su cultura) y en un puente de paso entre Europa y el norte de África.
Por su parte la corona de Aragón inició, en el siglo XIII su expansión por tierras mediterráneas, con la conquista de las Islas Baleares, Sicilia, Cerdeña, el reino de Nápoles, y los ducados de Atenas y Neopatria.
El imperio español. A partir del siglo XV, el reino de Portugal se extendió por África, y el reino de Castilla amplió sus dominios tras el descubrimiento de América, donde posteriormente también llegaron los portugueses.La conquista de América por parte de castellanos y portugueses hizo que la península fuera del nuevo un puente, en este caso entre Europa y América.
A través de la península llegaron a Europa nuevos productos y plantas procedentes de América, como la patata, el tomate o el cacao. Durante la Edad Moderna, el oro procedente de América permitió al reino de Castilla intensificar sus relaciones comerciales con Europa. Andalucía tuvo un importante papel en el comercio con América, ya que éste se llevaba a cabo a través de sus puertos, destacando Sevilla, donde se creo la casa de contratación, que posteriormente pasó a Cádiz .
La pérdida de las colonias. En el siglo XIX se produjo la independencia de las colonias americanas de España. A pesar de ello, continuaron las relaciones con los nuevos países de América Latina, así como las migraciones de los españoles, que se mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX.
El siglo XX. Durante una buena parte del siglo XX, España mantuvo un cierto aislamiento respecto a Europa debido, en primer lugar, a su considerable atraso económico y, posteriormente, a causa del régimen franquista surgido en 1939 tras la guerra civil. No obstante, miles de españoles cruzaron la frontera pirenaica para ir a trabajar algunos de los países europeos que necesitaba mano de obra, como Alemania o Suiza. Después de varios intentos, en 1986 se produjo la integración política y económica de España en Europa, como consecuencia de su entrada en la Comunidad Económica Europea. Además del fortalecimiento de sus relaciones con Europa, España mantiene sus relaciones con los países del norte de África y los de América Latina. Con estos últimos celebra cumbres anuales desde 1991 y la Unión Europea ha intensificado sus contactos con ellos tras nuestra entrada en ella. En la actualidad, la península ibérica sigue siendo lugar de asentamiento o puente de paso de los emigrantes latinoamericanos y norteafricanos hacia Europa.