Durante este periodo Reino Unido va a estar dominado por la personalidad de su reina, que sustenta la continuidad del sistema y la aceptación de todos los grupos políticos.
La Reina Victoria accedió al trono de Gran Bretaña a los 18 años, en 1837, y fue nombrada emperatriz de la India en 1877. Tuvo nueve hijos durante su matrimonio entre 1840 y 1860, pero a la muerte de su marido, Alberto de Sajonia, se impuso el luto y mantuvo durante el resto de su vida una actitud fría y austera; la expresión que empleaba cuando quería terminar con fiestas o distracciones que tuvieran lugar a su alrededor: We are Not amused (no nos divertimos) se convirtió en toda una metáfora de la época. Autoritaria y dominadora, siempre quiso interferir en la política de su país y actuó como árbitro eficazmente en las disputas entre los viejos partidos Tory y Whig, cuyas figuras más representativas fueron Disraeli y Gladstone, respectivamente. Cuando murió en 1901, a los 82 años, tras 64 años de reinado la gran mayoría de sus 30 millones de súbditos no habían conocido otro monarca y por tanto se puede decir que el que se experimentó una sensación de acabarse el mundo.
El progreso de la democracia en Gran Bretaña se realizó paulatinamente, sin grandes sobresaltos. Tras unos años de dominio Tory 1812 en 1830, se produce una larga preponderancia Whig, interrumpida periódicamente por gabinetes conservadores: es el sistema de turno, la alternancia entre dos partidos. Las reformas electorales se fueron sucediendo en respuesta a la presión popular y, sin grandes sobresaltos, el sufragio se fue ampliando: en 1832, el número de electores aumentó en más de la mitad al poder votar los propietarios de casas (1/30 de la población); en 1867, se concedió el voto a los pequeños burgueses y a los obreros especializados, y en 1884 una nueva reforma extendió el voto a los propietarios rurales, con lo que el número de electores aumentó en otros cuatro millones más. Simultáneamente, fueron teniendo lugar ciertas medidas de carácter social entre las que destacan la primera ley de fábricas que limita el trabajo infantil en 1833, la abolición de la esclavitud el mismo año y la fijación de la jornada de 10 horas en 1847. También hay que destacar el cambio histórico que supuso la eliminación del arancel proteccionista (Corn Law) en 1864, siguiendo las directrices liberales de Ricardo, que muestra el desplazamiento de la nobleza del poder político y la pérdida de su capacidad para seguir fijando la política social y económica. Finalmente, el apoyo dado por los socialistas (Labour Party) al partido liberal ganador de las elecciones de 1905 se tradujo en una importante serie de medidas de reforma social.