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DESCOMPOSICIÓN DEL ZARISMO

LOS PARTIDOS POLÍTICOS CLANDESTINOS

En el ámbito político, aparecen una serie de partidos políticos clandestinos - estamos bajo el poder del Antiguo Régimen -; la vida política moderna de Rusia se desarrolla en el exterior. Los partidos más importantes son: K.D. ( constitucional demócrata) se autodefine como partido liberal; tiene como objetivo la constitución y un régimen parlamentario. Esta integrado por los terratenientes y profesionales liberales; S.R. ( social revolucionario) no tiene demasiados seguidores aunque sí muchos simpatizantes, quieren llegar al socialismo a través de los mirs, tienen componentes anarquistas, socialistas y marxistas; P.O.S.R.D. ( partido obrero social revolucionario democrático) tienen ideología marxista sigue las ideas de Marx, su líder es Plejanov, es un partido muy importante en el movimiento de caída del antiguo régimen ruso. Es, como todos, un partido ilegal. Su gran problema, a escala política, es la forma de aplicar el marxismo. En su segundo congreso se abre una doble vía: la mayoritaria y la minoritaria - bolcheviques y mencheviques - se tendrá como oficial la bolchevique que tendrá como cabeza a Lenin.

La descomposición

En el período que comprende entre 1881 y 1905 se asiste a un desarrollo económico sin mejoras en el bienestar social; de echo, los zares Alejandro III y Nicolás II mantuvieron una política claramente autocrática. Alejandro III consolidará la posición de la nobleza hacendada, mientras que su hijo, el zar Nicolás II, el último de los zares, aisló a la monarquía del pueblo.

El malestar social  que ante la política del zar Nicolás II se vivía en Rusia hizo la unión entre toda la oposición política. liberales, marxistas y terroristas. En este momento surgen huelgas y manifestaciones en todo el territorio.

Las oleadas revolucionarias se multiplicaron desde todos los sectores; los campesinos pedían libertad y tierras; la prensa libertad de expresión; la oposición no socialista el estado Constitucional; los nacionalistas de los territorios fronterizos su autonomía. Entre tanto el gobierno perdía sus apoyos.

La incapacidad del zar Nicolás II para entender la necesidad de reformas en 1905 precipitó la Revolución Rusa.

El 7 de enero de 1905, el liberal Piotr Struve proclamaba desde el exilio una verdad hasta entonces asumida por todos: “En Rusia no existe un pueblo revolucionario”. Dos días después, en la mañana del domingo 9 de enero, una multitud de trabajadores avanzaba desde distintos puntos de San Petersburgo hacia el Palacio de Invierno, con el objeto de presentar una petición al zar Nicolás II, por lo demás ausente de la capital.

“El avance hacia el Palacio fue pacífico –cuenta Trotsky en su 1905–; no se cantaba, ni se llevaban banderas, ni se pronunciaban discursos. Los manifestantes iban endomingados. En algunas partes de la ciudad llevaban iconos y oriflamas. En todas partes tropezaron con las tropas. Los soldados dispararon durante toda la jornada. Los muertos se contaron por cientos, los heridos por miles”. Aquel Domingo Sangriento iniciaba su camino la Revolución Rusa.

El organizador de la manifestación, Georgi Gapon, cura obrerista que con el beneplácito de la policía había puesto en pie una asociación de obreros de talleres y fábricas, había sido también el redactor de la petición destinada al zar.

En ella se encontraba plenamente asumida la imagen del zar como batiushka, el padrecito bondadoso que sólo espera recibir el mensaje de sus pobres súbditos para proceder al remedio de sus males. Oprimidos, abrumados por un trabajo excesivo, hundidos en la miseria, los trabajadores, por boca de Gapon, decían haber “alcanzado el límite de la paciencia”. Si eran atendidas sus peticiones, alabarían para siempre el nombre del zar, pero: “Si te niegas a escuchar nuestra súplica, moriremos aquí, en esta plaza, delante de tu palacio”. El gobernador de la plaza decidió que este segundo deseo fuera inmediatamente atendido.

Nicolás II concedió una constitución. Publicó un manifiesto imperial el 7 de octubre de 1905 donde, además de prometer reformas políticas de carácter liberal, concedía la formación de una Duma, elegida con amplio sufragio y con poder para legislar. Este manifiesto no llegó a realizarse.

Geohistoarteducativa (CC BY-NC)

La guerra ruso-japonesa

Desde fines del siglo XIX, el Lejano Oriente se había convertido en uno de los grandes centros de tensión entre las potencias. Teniendo la debilitada China como principal zona de ambición, las potencias europeas, especialmente Gran Bretaña y Rusia, y las nuevas potencias extraeuropeas, Japón y EE.UU. aspiraban a extender su ámbito de influencia.
La agresividad rusa llevó a la firma de la alianza británico-japonesa en 1902. Esta alianza preparó el terreno para un enfrentamiento largamente esperado la guerra entre Japón y Rusia. La victoria japonesa fue total tanto en tierra como en el mar, y sin necesidad de acudir a la ayuda británica. Con su victoria, Japón consiguió la mitad de la isla Sajalín y Port Arthur. El avance territorial japonés se incrementaría al comenzar el siglo XX. El control sobre Manchuria y Corea culmina con la anexión de esta península en 1910, confirmando la voluntad expansiva del nuevo imperio.
La principal consecuencia de la derrota rusa fue que el gobierno de San Petersburgo giró su atención hacia los Balcanes, agudizando el conflicto con Austria-Hungría que está en el origen de la primera guerra mundial.

Geohistoarteducativa (CC BY-NC)

La I Guerra Mundial

  

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