El ejemplo más importante de monarquía absoluta lo vamos a tener en Francia en la persona de Luis XIV y por ello vamos a analizar su funcionamiento para entender cómo funcionaba en el resto de las monarquías absolutas.
El rey era la única fuente de la ley y su legitimidad era de origen divino. Por tanto, sus actos solo le hacían responsable ante dios. La aristocracia en otras zonas podía someter al monarca a fuertes presiones pero en Francia no había una asamblea en la que los súbditos pudieran intervenir, y en el caso de que importantes grupos de hombres poderosos estuvieran en desacuerdo con la forma en la que el país estaba gobernando; el rey disponía de un sistema fiscal permanente que le permitió sostener un ejército y una burocracia bajo su directo poder de decisión; también intervenía directamente en la vida económica practicando el mercantilismo.
Como ya sabemos la sociedad se organiza de manera estamental y por tanto existían diferencias legales bastante importantes para muchos: mientras que nobles y clérigos estaban exentos de impuestos, cualquiera podía ser encarcelado sin juicio y los productores y comerciantes estaban excluidos de los más importantes cargos del Estado y eran despreciados por los privilegiados. Lo que tenían el poder de jurisdicción ejercían el poder sobre los habitantes; la monarquía controlaba la vida religiosa, tanto en la provisión de cargos como en las normas y prácticas que regían la vida de la población. Todas las circustancias cotidianas estaban determinadas por este sistema sociopolítico.
Pero sistema no era siempre igual en todas las naciones ya que sería más o menos fuertes según el nivel de desarrollo que tuvieran; el modelo francés aproximaban España, Prusia, los estados de Burgos y Rusia entre otros. De todas maneras a partir de este siglo se va a ir criticando el sistema y pronto se vería que serían duramente confrontado.
Los sistemas absolutistas se van a ir viendo sometidos a varias presiones simultáneamente por un lado
- la de las nuevas fuerzas sociales,
- la de la tenaz y creciente resistencia de los viejos intereses de los privilegiados. Los privilegiados, el clero y la nobleza, se negaban por su parte a compartir el poder con los burgueses; sabían que las propuestas burguesas para generar riqueza y van en contra de sus intereses
- los rivales extranjeros. Los estados absolutos competían feroz mente entre sí provocando continuas y carísimas guerras; para sufragarlas, los monarcas se veían obligados a solicitar medios económicos de los burgueses, pero éstos querían a cambio parcelas de poder desde las que la obtención de riqueza fuera más fácil y no estaban dispuestos a que los viejos privilegios permaneciera mucho tiempo.