La búsqueda de mercados y sobre todo la revolución de los transportes hizo que se pusiera en funcionamiento una nueva manera de ver el mundo. El hombre era capaz ahora de horadas montañas, de ir de un lado a otro rápidamente, de explorar el mundo que no se conocía. Los ingenieros planificaban puentes, muelles, líneas de trenes, de manera frenética para conectar el mundo.
Según crecía el comercio y la velocidad de transporte aparecen las grandes aventuras de exploración. Fueron misiones de política exterior, religiosas o incluso de curiosidad científica. A veces patrocinadas por periódicos que a su vez patrocinaban grandes empresarios que veían en este patronazgo una manera de publicitar sus productos.
Dentro de estos exploradores podemos destacar a dos.
- David Livingston 1813-1873, exploró África para extender la fe del cristianismo calvinista y en seis años vendió 30.000 ejemplares de su libro de viajes.
- Henry M Stanley 1841-1904, periodista del New York Herald, enviaba crónicas a su periódico, que aumentó mucho la tirada debido a sus artículos, que eran inmediatamente reproducidos en otras publicaciones y se seguían apasionadamente en Europa y en América
Todo el mundo ansiaba conocer noticias de los nuevos descubrimientos. Periódicos y revistas multiplicando sus ventas insertando reportaje y noticia llegada de extremos remotos del mundo a través del telégrafo. Los viajes eran contados en tertulias o publicados en libros que los lectores devoraban con avidez incluso algunos escritores más imaginativo, como Julio Verne, acumulaban noticias y conocimientos suficientes para imaginar viajes fantásticos y aventuras en las que se daba la vuelta al mundo en 80 días.
No es de extrañar que se produjera una verdadera fiebre de viajes y aventuras que llevó a exploradores a trabajar para los ejércitos o los gobiernos o de la sociedades científicas. Entre los científicos destacaron los entomólogos que buscaban insectos en la selva recientemente descubierta, los zoólogos clasificaban nuevas especies, los antropólogos estudiaban las costumbres de algunas tribus de continentes lejanos y convivían con ellos durante largas temporadas escribiendo libros que eran el admiración de todo el mundo. Algunos de ellos llegaron incluso a realizar viajes arriesgados comparando especies animales e intentando sacar deducciones que le permitirán elaborar complejas teorías científicas y dentro de ellos destaca Charles Darwin que embarcado en una goleta militar, estudió con atención el tamaño y forma del pico de los pájaros de las islas Galápagos. En ese viaje comenzaría a laborar su teoría sobre el origen de las especies.
Pero todos estos viajes no hubieran sido posibles si no se hubiera embarcado en estas aventuras los grandes capitales europeos que veían en esta oportunidad una manera de ensanchar mercados. Rutas nuevas a lugares nuevos, mercados nuevos, minerales, cultivos industriales, tintes, energía, materias primas para la industria producida a bajo precio por mano de obra muy barata y mercado sin límite donde podían vender todo tipo de cosas a todo tipo de precios.
Las Iglesias vieron en las nuevas zonas exploradas un amplio territorio donde extender su fe.
Los gobiernos vieron en las exploraciones una manera de extender sus territorios y de afianzarse como estados importantes frente a otros.
La emigración se intensificó desde diferentes zonas del mundo: China, Irlanda, Chile, Argentina, Gran Bretaña, Italia, Alemania y México fueron zonas desde donde salieron emigrantes a zonas como California.