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Introducción

España ha sido y es una de las grandes potencias pesqueras mundiales. Así lo indican el tamaño de la flota (tonelaje y potencia), el volumen de capturas y el valor de la pesca desembarcada.

En la actualidad, existen unos 18.000 buques pesqueros, que capturan cada año 13.000.000 toneladas de pescado y dan empleo a 74.798 tripulantes. En su dimensión económica, la pesca aporta el 0,5% del PIB.

Estos datos son indicativos de la importancia de la pesca española, aunque si los comparamos con los de hace un cuarto de siglo, se aprecia un declive de la actividad, consecuencia del agotamiento de los caladeros nacionales, de la nueva situación internacional del mar, del ingreso de España en la UE, etc., todo ello configura un marco bien diferente al que existía en la época dorada de la pesca, que correspondió a los año 1970.

España tiene un amplio perímetro costero cuyo litoral se parte entre mares diferentes. En conjunto, no puede decirse que presente unas condiciones muy favorables para la fauna marina y, por extensión, para la pesca. En correspondencia a la diversidad marina, la naturaleza ofrece una variada fauna piscícola.

El Océano Atlántico, con las diferencias lógicas entre latitudes tan dispares como el mar Cantábrico o el archipiélago canario, tiene unas aguas de salinidad moderada, unas temperaturas entre los 10 y los 18ºC en agosto y entre los 11 y los 15ºC en enero en las costas peninsulares, corrientes marinas que facilitan la distribución del plancton y una oscilación del nivel de las aguas de hasta cuatro metros por efecto de las mareas.

Todo ello permite la existencia de una franja costera de varios hectómetros de anchura, alternativamente sumergida y emergida, que facilita el marisqueo sobre la arena de la playa. Asimismo, el litoral atlántico presenta en el noroeste peninsular una articulación que alarga el perímetro costero y favorece la instalación de bateas y cultivos marinos.

El Mediterráneo es un mar de aguas calientes. Contiene menos fitoplancton que el océano, no tiene mareas que faciliten el vaivén de las aguas sobre la playa y la salinidad se eleva hasta el 38%. La comunicación con el Atlántico es escasa, por lo que el Mediterráneo es especial y frágil a efectos ecológicos.

Las diferencias marinas y litorales justifican la diversidad de la fauna y su proverbial riqueza, tanto en especies como en calidad; entre ellas, destaca la sardina, la merluza, el atún, el mero, etc. Las diferencias entre uno y otro mar explican también la especialización portuaria y el distinto significado de la pesca en cada una de las regiones costeras.

En los últimos años nuestros mares han perdido importancia pesquera debido a la sobreexplotación; los puertos se han convertido en muelles de descarga de especies capturadas en aguas lejanas, al tiempo que los litorales aspiran a recibir los beneficios de la transformación industrial de la pesca y de la distribución comercial.

Geohistoarteducativa (CC BY-NC)

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