Sociedad de Naciones
La Conferencia de paz de París también aprobó en abril de 1919 la constitución de la Sociedad de Naciones a iniciativa del presidente Wilson y con el visto bueno de los demás potencias vencedoras. Instalada su sede en Ginebra, Suiza, era la primera organización internacional destinada a evitar una nueva guerra general. Su objetivo principal era velar por el mantenimiento de la paz mundial mediante la promoción de la seguridad colectiva, el desarme multilateral y la cooperación entre todos los países incorporados a su seno. Para hacer frente a sus obligaciones contaba con varios medios de actuación, que incluyen el contacto permanente entre representantes de las potencias mundiales, el recurso del arbitraje, la mediación en los contenciosos o contenciosos interestatales y la adopción de medidas de sanción contra aquellos que amenazaran la paz y la seguridad (sanciones diplomáticas, económicas e incluso militares contra los estados designado como agresores)
A pesar de sus buenas intenciones, la Sociedad de naciones tuvo una historia muy poco eficaz. Estados Unidos renunció a participar porque el Senado vetó la integración propuesta por el presidente Wilson, reflejando, de este modo, la voluntad del electorado estadounidense de desentenderse de la compleja situación europea.
Desprovista del apoyo del coloso norteamericano, tampoco contó con la participación de otros dos grandes países: Alemania hasta 1926 y la Unión Soviética hasta 1934. Buena prueba de su progresiva relevancia es el descenso de los países integrantes; de los 63 países que llegaron a formar parte de este organismo, 14 abandonarían antes de 1939 por diversos motivos.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial confirmaría su fracaso y solo la fundación de la ONU en 1945 permitió salvar parte de su legado jurídico y material.
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