La irregularidad y la diferencias entre las vertientes es la principal característica de los ríos españoles
El agua es un recurso natural imprescindible para la vida. La mayor parte del agua existente en la Tierra está en los océanos y mares (97 %) y solo una pequeña parte es agua dulce (3 %); esta es la realmente útil para la actividad humana y se reparte entre el hielo de glaciares y casquetes polares, las aguas subterráneas y las aguas superficiales. La cantidad de agua en el planeta tiene un volumen constante cuyo estado físico va cambiando.
La importancia de los recursos hídricos ha llevado a la Unión Europea a establecer la Directiva Marco del Agua que pretende conseguir un adecuado estado ecológico para todas las aguas europeas. Su reparto en el mundo es muy desigual y en un informe presentado en 2008 por UNICEF, con motivo del Día Mundial del Agua (22 de marzo), se puso de manifiesto que al menos el 20 % de la población mundial carece de acceso al agua potable y que el 42 % no tiene un grifo para su aseo personal, ni
dispone de servicios adecuados de alcantarillado y depuración de las aguas residuales.
En España, el agua proviene de las precipitaciones, en forma de lluvia o de nieve, lo que explica su variabilidad y su reparto desigual a lo largo de nuestro territorio. Por ello, al igual que sucede con la climatología, hay grandes contrastes en la distribución del agua, tanto territorial como estacionalmente, de acuerdo con las variedades climáticas existentes en cada zona.